21 de mayo de 2017

Bendita Palabra


Un sorbo más en compañía de mi Jack Daniel's y pienso en que tengo que ponerle un nombre a esta BenditaPalabra, tengo que llamarla a gritos, denominarla mal o bien pero hacerla nombre por fin y hacer que germine y comience a evolucionar, hacerla cruzar las paredes de nuestro límite y acostumbrarla a un nosotros perenne, tan perenne como esa llama de cuando el bidón está tan lleno de kerosene como de amor propio.

Es que ya no quiero nada si no le encuentro significados, de cuando en cuando me estorba mi ignorancia y me hace alucinar verdades y pintarme una sonrisa en los labios e inventar esquemas para buscarte y llamarte como a esa BenditaPalabra a la que no le encuentro nombre hasta que tú llegas y abres tu mundo arcoiris así llueva, hasta que contigo levita la cama y nos aherrojamos en un mar de vacilaciones tan seguras que convencen hasta que enciendes el bidón con la hebra del haz de luz que brota de tan adentro de tu cuerpo que tiene que estallar en infinitos y otras estrellas.

Entonces medito con sorbo de mi Bourbon y con mi último aliento lo grito luego de un suspiro y tres cigarros, pero creo que ponerle por nombre sexo a esa BenditaPalabra, a parte de facilista suena a muy poca cosa, suena a básica nimiedad, suena a la simplona insignificancia del simple deseo, suena a escabrosa verdad y a una sonrisa pintorretiada en los labios.

Y en ese instante cuando me siento el más inteligente de los hombres, es cuando te vuelves hacia mí con tu carita de ángel y tus hermosos senos de fémina y tus piernas como estacas enterradas en mi ausencia por no tenerte y me haces creer que estoy entre tus manos, sobre tus nalgas y entre la comisura del labio que ya besé antier y entonces te vistes con alas y vuelas y te cubres los senos y tapas las nalgas y cierras los labios aún con mi palabra entredicha, aún con el sabor del último instante de calor que dejaste antier y te vas y es en ese instante cuando comienzo a sentirme como el más estúpido de los hombres.

Y acá estoy, y es hoy de nuevo y son las onceyveintisiete y estás entre las cortinas que quemó la última llamarada de mi temor a vos, del temor porque no vuelves y de la alegría por si acaso estuvieres y mi centro se incinera y me digo a mímismo, eso es, lo tengo, lo acepto y lo resumo: Esa BenditaPalabra es amor venido del venturoso sexo, esa palabra es mi básico temor de hombre y no propiamente a perder tus piernas, esa palabra se llama miedo, tan humano como nuestro sexo, es pavor a que te encuentres hoy en otra cama y no en la mía, es ese temor tan masculinamente irracional a que otro hombre vea en ti, lo mismo que yo más amo.

Con el bidón en la sala, entendí que los problemas relacionados con los sentimientos hacia vos están centrados en la posibilidad de tener acceso sexual a tu cuerpo y giran en torno a los celos y al miedo que inspira el que puedas encontrar un amante mejor (...) y tu lo sabes.

Ella lo supo desde el día en el que nació con su carita de ángel y sus hermosos senos de fémina y sus piernas como estacas enterradas en mi ausencia.

Ella Me Ama y Yo La Amo. Bienvenido gracias al venturoso sexo.

Mi vaso está vacío, fumo mi Marlboro y acabo de encender la mecha; ahora es el momento de esperar a que llegue hasta el bidón, o a que tu llegues y tumbes mi puerta y apagues la mecha o dejes arder esa BenditaPalabra.



Sexvolución

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