21 de mayo de 2017

Bendita Palabra


Un sorbo más en compañía de mi Jack Daniel's y pienso en que tengo que ponerle un nombre a esta BenditaPalabra, tengo que llamarla a gritos, denominarla mal o bien pero hacerla nombre por fin y hacer que germine y comience a evolucionar, hacerla cruzar las paredes de nuestro límite y acostumbrarla a un nosotros perenne, tan perenne como esa llama de cuando el bidón está tan lleno de kerosene como de amor propio.

Es que ya no quiero nada si no le encuentro significados, de cuando en cuando me estorba mi ignorancia y me hace alucinar verdades y pintarme una sonrisa en los labios e inventar esquemas para buscarte y llamarte como a esa BenditaPalabra a la que no le encuentro nombre hasta que tú llegas y abres tu mundo arcoiris así llueva, hasta que contigo levita la cama y nos aherrojamos en un mar de vacilaciones tan seguras que convencen hasta que enciendes el bidón con la hebra del haz de luz que brota de tan adentro de tu cuerpo que tiene que estallar en infinitos y otras estrellas.

Entonces medito con sorbo de mi Bourbon y con mi último aliento lo grito luego de un suspiro y tres cigarros, pero creo que ponerle por nombre sexo a esa BenditaPalabra, a parte de facilista suena a muy poca cosa, suena a básica nimiedad, suena a la simplona insignificancia del simple deseo, suena a escabrosa verdad y a una sonrisa pintorretiada en los labios.

Y en ese instante cuando me siento el más inteligente de los hombres, es cuando te vuelves hacia mí con tu carita de ángel y tus hermosos senos de fémina y tus piernas como estacas enterradas en mi ausencia por no tenerte y me haces creer que estoy entre tus manos, sobre tus nalgas y entre la comisura del labio que ya besé antier y entonces te vistes con alas y vuelas y te cubres los senos y tapas las nalgas y cierras los labios aún con mi palabra entredicha, aún con el sabor del último instante de calor que dejaste antier y te vas y es en ese instante cuando comienzo a sentirme como el más estúpido de los hombres.

Y acá estoy, y es hoy de nuevo y son las onceyveintisiete y estás entre las cortinas que quemó la última llamarada de mi temor a vos, del temor porque no vuelves y de la alegría por si acaso estuvieres y mi centro se incinera y me digo a mímismo, eso es, lo tengo, lo acepto y lo resumo: Esa BenditaPalabra es amor venido del venturoso sexo, esa palabra es mi básico temor de hombre y no propiamente a perder tus piernas, esa palabra se llama miedo, tan humano como nuestro sexo, es pavor a que te encuentres hoy en otra cama y no en la mía, es ese temor tan masculinamente irracional a que otro hombre vea en ti, lo mismo que yo más amo.

Con el bidón en la sala, entendí que los problemas relacionados con los sentimientos hacia vos están centrados en la posibilidad de tener acceso sexual a tu cuerpo y giran en torno a los celos y al miedo que inspira el que puedas encontrar un amante mejor (...) y tu lo sabes.

Ella lo supo desde el día en el que nació con su carita de ángel y sus hermosos senos de fémina y sus piernas como estacas enterradas en mi ausencia.

Ella Me Ama y Yo La Amo. Bienvenido gracias al venturoso sexo.

Mi vaso está vacío, fumo mi Marlboro y acabo de encender la mecha; ahora es el momento de esperar a que llegue hasta el bidón, o a que tu llegues y tumbes mi puerta y apagues la mecha o dejes arder esa BenditaPalabra.



Sexvolución

9 de enero de 2017

Leyla y Bukowski



Cuando tengo sexo y siento que se genera esa complicidad de los sentidos me quedo obsesionado con ella y en lo que quiero hacerle cuando la vuelva a ver y entonces si tengo suerte en tocar ese cuerpo de nuevo me regreso inmediatamente al lugar en dónde me quedé la última vez que lo hice, en dónde fue ese último beso tan sólo como para continuar de ahí hacia su infinito y pienso en dónde no la toqué y en cómo volverla a tocar para que nuestro nuevo encuentro no se quede en simple y monótono sexo.

Eso de leer en una Tablet no tiene tanto gusto como cuando abres un libro, miras la contraportada, hueles la sensualidad de la tinta y palpas la hoja con el dedo hasta encontrar la línea exacta en la que venías. Es como cuando vuelvo a tocar el cuerpo de la mujer que me trastorna, es como follarla por vez primera porque la obsesión no te deja más opción que pensarlo. Las mujeres y los libros son coincidencia exacta porque a ambos se hace necesario descifrarlos entrelineas.

Quizá pasaban las diez de una mañana fría en compañía de Bukowski y la silla de aquel parque. Algunos hombres son muy básicos e intuyen presencias y yo soy de esos, solo que yo intuyo armonías también (...) así que simplemente gire la cabeza y ahí estaba, la vi azotar la cordura con un short de mezclilla desteñido todavía azul y una camisilla que desnudaba su hombro, la vi castigar mi nariz con jazmín y otras flores propias de ese olor de J'adoré, la vi provocar mi sensatez caminando como si levitara su silueta perfecta, la vi atormentar mi pupila traviesa, la vi y se quedó en ese instante. Volví a mi lectura.

Llegó Leyla, una labrador chocolate y detrás la armonía que ya había intuido corriendo con desesperación por alcanzarla, luego de sobarme el tobillo por el golpe de un palo comprendí porqué Leyla aparecía y por unos gritos supe que aquella labrador color chocolate se llamaba Leyla. Por suerte, por destino o por su mala puntería esa mujer, ahora avergonzada y por suerte o por destino resulto ser la misma que me había hecho girar la cabeza un par de capítulos atrás, ahora frente a mí con su mechón castaño que sobraba de una coleta que le tapaba coquetamente el ojo izquierdo disculpándose por importunarme.

Quizá pasaban las once de una mañana ya no tan fría, ahora compartía la silla de aquel parque con Bukowski y esa mujer que reía al compás de mis majaderías al mismo tiempo que cruzaba una pierna sobre la otra, movía las manos y se ensortijaba mis deseos en su pelo. Era inevitable no entretenerse con sus pecas y esos hoyuelos en las mejillas, pero entonces fue que sucedió y justo antes de comenzar a reír abrió sus inmensos ojos café, puso la lengua entre dientes y arrugó su pequeña nariz y yo solo me enamore de la ridiculez de su simple gesto y bueno, también de ese lunar que se me clavaba cual alfiler, así fue que me olvide de las pecas y las mejillas y de la mezclilla y del jazmín. Ella hacia de su belleza algo tan simple que cautivaba.

Era jueves en Les Châteaux de Pascal y nuestra cita se dio, llegó sin Leyla y sin palo esta vez. Ordené una botella de intenso Duluc Saint Julien. Absorbente y emocionante transcurrió la charla y yo intentaba decir cuanta majadería se me ocurriere para hacerla reír, pensé que así ella se divertiría mientras yo disfrutaba de su sonrisa. Me pareció un trato justo.

Nuestra relación duró lo que demoró el sistema capitalista en moldear nuestros empleos y ella tuvo que emigrar a Singapur. Años después y aún hoy, no olvido su mueca hermosamente ridícula porque quedó grabada mas allá de sus inmensos ojos café, de su cintura, de su hombro y del inconfundible olor a J'adoré. Y es que gracias a ella aprendí a ver más allá y me sentí cansado de las mujeres posudas y postizas, me cansé de ver tetas y culos y me enamoré de un gesto, porque tetas y culo tienen todas pero una mueca o un gesto por más ridículo que en principio pueda parecer hace única a una mujer.




El libro, Leyla, El vino y su gestito coqueto. Perfecta amalgama.




Sexvolución.

30 de noviembre de 2016

Comunión




HijoMío, quiero contarte que lo más maravilloso de la vida es la vida misma y no debemos complicarnos tanto porque a la larga no hemos venido sino a crecer y crecer es disfrutar y así la vida será entonces una fiesta sagrada. Quiero compartir contigo mi felicidad, si la gente recordara que vivir es lo más maravilloso que nos puede ocurrir, cómo no celebrarlo con acciones plenas y pensamientos puros, cómo no vivir agradecidos teniendo presente que el mejor agradecimiento es y será estar bien. Así que quiero compartir contigo mi felicidad como lo he hecho desde que naciste, quiero además confesarte algo: La vida y la naturaleza son en realidad lo mismo, son belleza pura y donde sea que vivamos debemos sentir la fragancia del amor, no olvides esa riqueza, y jamás olvides tus raíces.

Debes aprender a ser humilde de corazón, a respetar y cuidar, a amar y disfrutar y por sobre todas las cosas siempre a agradecer porque si no le agradeces a la vida no tendría sentido vivir y luchar día a día. Quiero que seas como el viento, transparente, libre y puro, quiero que seas espacio abierto.

Coincidimos con tu mamá en llamarte Juan Sebastián que significa Libre Amante, ojalá para ti eso quiera decir que seas libre y ames mucho; ese es tu nombre y nosotros lo propusimos, empero podrás cambiarlo si así lo deseas, pero no cambies tu esencia, siempre respétala y valórala.

Pasaron los años y creciste y ahora asistes al Colegio y aunque dicen que la vida es la mejor de las escuelas la educación del Colegio es necesaria; debo pedirte el favor que no aceptes competir con tus compañeros, no son importantes los diplomas, ni las buenas notas si no sabes formarte de valores; tu derecho a equivocarte no te lo quitaremos jamás, esto es un juego y en realidad quien tiene más experiencia es quien más se ha caído, cuando te equivoques aprende con humildad de tu error, recuerda que te queremos humano, libre y feliz. Donde sea que vayas se amable y amoroso, el que seas un hombre nunca te lo va a impedir. Recuerda HijoMío, el amor es el arma más poderosa, no lo olvides, apréndelo de tu madre.

Finalmente quiero decirte que cuando concluya mí tiempo en la tierra y me haya marchado, desde entonces me vestiré de estrella para ti y te visitaré y compartiré contigo esos instantes de libertad que siempre soñé. Todo tiene final HijoMío, cada instante es principio y fin, cada instante es eternidad. La vida es una escuela permanente y siempre habrá un tiempo de aprender y ese es ahora y sólo quien se ayuda a sí mismo es capaz de ayudar a los demás. Quiere a tu madre y por sobre todas las cosas jamás la dejes sola, recuerda bien que ella te dio la vida, su alma y su corazón. 


Hasta siempre HijoMío, recuerda que el mundo es tuyo ahora.




TU PAPÁ. / Noviembre de 2016

24 de noviembre de 2016

Seguro, Sensato y Consensuado.

En alguna tertulia de esas de chimenea Alicia hablaba de sus conquistas, de lo bien y de lo mal se ufanaba de haberle hecho el amor a un hombre en la primera cita. Arturo, narraba sobre la noticia que un tipo depravado le había hecho al amor a una animal. Y yo sentado en un puff escuchaba y pensaba en cómo se ha pordebajiado, menospreciado y perrateado ese término que ya cualquier acto es hacer el amor y sencillamente concluí que hacer el amor es algo de lo cual no todos entienden su significado y lo peor, no todos viven su significado.

Yo no tengo la más remota idea de qué es hacer el amor, es más, debo aceptar que no estoy seguro si lo he hecho o no, yo tengo cuerpo y lo uso como medio para satisfacer y satisfacerme independiente a lo que podemos sentir emocionalmente, yo utilizo el cuerpo como un medio para el sexo y lo disfruto así, sin mayores pretensiones diferentes a la plenitud y la libertad. Hay locos quienes piensan que porque hubo pétalos rosa y olor a jazmín se hizo el amor y resulta que el amor es otra cosa, el amor es aceptar. Con usté mujer el término follar, coger, tirar, joder o culiar y cualquier perversión o cualquier parafilia siempre terminará por llamarse amor y cualquier manera de hacerlo termina en amor, con usté mujer cualquiera de esos términos banales se convierten inmediatamente con su presencia en amor y entonces siempre se hará el amor, el amor es agradecimiento. Porque quien no logra comprender que el sexo y el amor funcionan de la misma manera no podrá vivir a plenitud ninguno de los dos, el amor es comprender. Yo te follo, duro y a mi manera, no pidas que te ame mientras eso sucede que ya habrá tiempo para amarte cuando termine con tu cuerpo.

Y no es que el comentario de la tertulia me haya hecho cambiar mi percepción acerca de la relación que existe entre el sexo y el amor, porque para mí lo uno no va con lo otro, la puerta se cierra y cupido se queda fuera porque si yo amara a la mujer mientras la follo no podría tener sexo a plenitud con ella, no sería libre realmente porque entonces estaría pensando que la nalgada que le dí quizá le dolió más allá del culo y sería incapaz de morderla porque quizá le quede una marca y sería incapaz de atarla de manos o pies porque quizá sienta temor de estar inmóvil a su suerte, el amor es confianza. El sexo es el fin para llegar al amor. Yo no amo mientras follo y no me arrepiento de eso, ni de ser franco y directo, ella sabe a qué se atiene conmigo aunque no tenga idea de cómo va a ser (...) pero le puedo asegurar que ninguna relación será igual a la anterior, que no existirá la monotonía, que tendrá la certeza de que siempre seremos sólo los dos porque en mi diccionario sexual la acepción de la palabra compartir no existe, así que la idea de la infidelidad no cabe, el amor es respetar. Si he de elegir prefiero que una mujer me odie porque soy todo un hijodeputa sincero a que me tenga lástima porque soy un pobre guevón.

Creo que no existe experiencia más intensa que cuando alguien toma tus temores y los convierte en placer, así que con esta premisa sexualmente hablando de mí puede obtener tres cosas: Placer, Dolor y Temor, usté decide el orden, yo la proporción. Pero no se angustie mujer que funciona igual que el amor porque cuando entre a mi mundo será vanagloriada, será mi oración, la acostaré en un ara sagrada, seré devoto de usté, porque la cuidaré y confiará en mí, porque su bienestar y su placer dependerán de mí, porque estaré toda la semana preparando nuestro ritual sagrado y simplemente estaré pensando en usté y en todo lo que quiero hacerle mi amada sumisa y no habrá cabida para nada ni nadie más, pienso que no existe mejor prueba de amor que hombre alguno le pueda entregar mujer que el poder de la protección y no hay más bella prueba de amor que cuando ella se da en cuerpo, dulce y frágil, el amor es liberación. Y nos amaremos por horas y usté será mi religión y yo su credo, ahí no habrá mentiras, ni mucho menos engaños, seremos tan franca parafilia como sexo en su estado más puro, seremos muerte y resurrección, seremos bautismo y confesión, seremos dolor y placer, concesión y temor.  

Cuando estemos juntos no cabrá la razón y como no habrá razón alguna, nos entregaremos con la sensatez de los locos, como dos locos que aprendieron a disfrutar de su locura jugando en un limbo en donde es posible eso de sentir sin pensar y así aprenderemos a conocer al amor real a través del venturoso sexo, porque amarnos por horas será nuestra única religión.

No toda mujer logra comprender que aquel hombre que se autodenomina Amo frente a ella está desnudando toda su flaqueza porque sabe que va a terminar siendo victima del amor a través suyo, porque finalmente será la mujer quien con su sumisión termine poseyéndole de tal manera que ella será quien lo domine. Y eso es entrega total, eso es a lo que yo llamo amor.





Qué depravado se inventó eso de hacer el amor cuando follar es tan rico.





Sexvolucion


 

3 de abril de 2016

Yo estaba un tanto triste y ella estaba estupenda


Normalmente suelo dejar a cupido en otra mesa, en otra cama. El cupido que me acompaña al hombro debe tener la nariz chata de tantas veces que le he cerrado la puerta en la cara. Pero esa noche no, esa noche se coló por alguna rendija y me hacía poner esa cara de pendejo que ponen los que aman, los que desean, los que habitan en las cosas que tienen sentido.

Llegué temprano para nuestra habitual cita de jueves y como siempre me ha gustado el trepidar ubiqué una mesita cerca a la chimenea, pedí un Jack Single Barrel doble y seco para que la espera por ella fuera menos solitaria. Abri mis notas y pese a que yo estaba un tanto triste escribí sobre sucesos felices. Pasó el tiempo levanté mi cabeza y ahí estaba, tan ella como siempre.

Mientras esa mujer me hablaba, su voz en off flotaba en el ambiente y no la escuchaba porque en ese mismo instante lo que veía en ella era infinitamente superior a lo que pudiera estarme diciendo. La miraba fijamente, comenzando por ese mechón desordenado en la frente que sus dedos intentaban infructuosamente poner en orden, descubriendo el color de sus mejillas que se habían tornado rosa, adentrándome en sus gigantes pupilas, armando un mapa con las arruguitas de sus labios como esperando que me llevara a encontrarme algún tesoro, rozando su mentón con mis anhelos. 

La interrumpí de sopetón describiendo el sueño que yo despierto vivía ahí sentado frente a ella y mirando ese espacio en su rostro que se forma entre la unión de los ojos profundos, las cejas prolijamente cuidadas, el batallón de largas pestañas y la frente, Le dije: 
      -Estoy comenzando por la cabeza, voy poner mi nariz entre tu pelo mientras mis dedos juguetean entre él, llevo los mechones tras tus orejas tan sólo como para poder verte bien, muy lentamente te beso cada relieve y cada oquedad de tu cara, bajo luego por tu cuello, lo lamo y muerdo hasta llegar a ese huequito que forma el hueso de la clavícula y la recorro de extremo a extremo-.

Su cara de sorpresa clavaba sus ojos en mis labios y mientras le hablaba noté que el lado izquierdo de su labio superior temblaba con un curioso tic de inesperado nerviosismo.
     -Ahora estoy llegando a la protuberancia de tus senos y comienzo mi carrera ascendente hasta tus pezones y no fui particularmente gentil. Quizá tampoco querías que lo fuera-.
     -No-. Dijo ella con voz firme, tenue y clara.
     -Bajé a tu abdomen y aterricé en tu ombligo, amaricé y nadé hasta el monte sagrado y rocé tu entrepierna con mis suspiros-. Proseguí.

Su mirada se clavó en algún punto del infinito techo de aquel lugar pequeño. 
     -Te siento-, susurró.
     -Inhalé y desee olerte toda-, dije rápidamente.
     -A qué huelo?-, Inquirió al instante aún sin despegar sus ojos del cielo.
     -Hueles a esa amalgama que se forma cuando una mujer se convierte en hembra-. Y entonces quise saborearte, -¿A qué sabes? ... querrás saber-, dije como adivinando su pregunta.
Bajó la mirada y la puso fijamente en mis labios.
     -Sabes a esa amalgama que se hace cuando el delirio prohibido se torna en la sensatez de la realidad-.
     -Y entonces pensé que debía saber cómo funcionaba cada parte de tí y pasé veintiocho días con tu cuerpo, aprendiendo de él, conociéndolo sin perderme detalle. Te veías realmente bella cuando te acosté sobre la espalda y tomé tu pelo y lo extendí sobre la cama y te pedí que no cerrarás los ojos antes que abrir tus piernas porque quise que me observaras  bien, quise que no olvidaras quien iba a entrar en tí y te abracé y te besé y abrí mis ojos y te miré la carita y te reconocí entonces como la más bella de las mujeres hecha hembra para mí. Y nos besamos con furia cuando encajaste tu boca dentro de la mía, mi mano ensortijaba y halaba un mechón de tu pelo, entonces arrastré mi lengua hasta tu garganta, puse dos dedos de mi mano derecha en tu culo y dejé que mi pene te penetrara una vez más con más fuerza de lo que yo quería y más duro de lo que querías, llegué hasta el fondo de tu olor a hembra y de tu sabor a sensatez y me hiciste caso. No cerramos los ojos hasta que ya por fín nos movíamos acompasados y por supuesto, fué bello. Esa fue la manera más franca que encontré para hacerte entender que me quería fundir en tí-.

Me miraba tensa con el puño derecho apretado sobre la mesa. Estábamos tan excitados que no podíamos ver ni entender con claridad el mundo que nos estaba pasando, simplemente dejamos que él nos tomara. Pensé para mis adentros que ya había divagado y hablado demasiado como los locos y había sacado de la nada un sueño. Cerré mis ojos por dos segundos, suspiré y entonces callé. Tomé mi copa, le ofrecí el brindis a lo que ella alzó la suya, y le dije:  
     -Un buen brindis debe reunir todos los sentidos: Se toca y se siente su temperatura, se agita y se pueden observar sus diferentes tonalidades, se acerca la nariz y se llena de aromas, finalmente se pone en la boca y se saborea con lengua y paladar y se deja llevar-.

Tocamos tímidamente las copas para activar el sonido, el sentido que nos hacía falta. Muy parecido al sexo.

     -Me gustan las analogías-, le dije.
     -Me gusta la vida y no me gusta el alcohol-, respondió.
     -El punto no es si es vino o no-, ... Refunfuñé.
     -¿Pero podría ser Agüita Bendita?-, Replicó ella
     -Simplemente debe existir una complicidad por la cual brindar aparte de un buen motivo. Date la oportunidad de ver más allá-.
     -Nuestra realidad ... ¿sería algo por qué brindar?-. Preguntó.
     -Siempre!-. Dije.
     -Hoy es luna llena... llena tu copa con ese motivo. Un buen brindis tiene todos y los mismos elementos que una buena escena de amor-.
     -Caminar descalzo sobre la hierba también-, dijo. 
     -Seguramente, podrás encontrar mil analogías que reflejan el más puro de tus orgasmos, eso no depende tan sólo de lo que siente el cuerpo, sino más bien de cómo se transmite al cuerpo-.
     -O de mis vivencias, para ti... el vino-.
     -Tu cuerpo y tus vivencias son una sola, tu cuerpo se alimenta de tus vivencias, el vino es una simple excusa para demostrarlo, pero igual existe la hierba... tu hierba y para el otro, será el mar... su mar, ¡qué sé yo!-.
     -Formas-, Dijo.
     -¡Exacto! ... Procura darle a tus formas el mejor motivo y acaricia tu cuerpo con ellas, para mí eso es el orgasmo.
     -Ya existe-, Dijo mirándome a los ojos.

Esa noche con pies de plomo sobre la hierba fría de la noche, desafiante ella se despidió abrazada a mi solitaria espalda, y yo sin fuerza pero con firmeza apreté su pecho de sol a mí, mientras mi pierna derecha se fundía perfectamente en medio de las suyas, como robándome, como rescatándose.

     -Todas las debilidades de un hombre nacen de ciertas formas defectuosas de amar-, Le susurré al oído. 

Normalmente ciertas frases sean creadas por mi inconsciente o por conscientes de terceros se adhieren a mí como viejas lecciones de vida. Rozó mi mejilla con la suya como queriendo hablar, poniéndose casi frente a mis tozudas ganas por besarle los delgados labios, labios prohibidos que evité con la vehemencia de mi sueño por volverlos a tener.

     -Me hiciste recordar a alguien que conocí hace diez años-, le dije. 
     -¿O sea que tú eres lo que voy a recordar de mí, dentro de diez años?-. Con su típico acento de pensada cordura, me preguntó al instante.
Ante semejante brusquedad de verbo apreté los labios y puse mueca de aceptación. 
     -Será que ser el yo de hoy es tan malo?-.  Le respondí luego de un corto suspiro.

Se ama con la pretensión de la eternidad, pero nunca con la certeza de las cosas y de cierta manera eso lo hace lindo porque se ama con la incertidumbre y con la gana por lo que ha de venir sin tener la más mínima idea cuando ha de acabarse, paradójicamente se muere para el otro pero seguirá vivo para vos porque de eso se vive. Se es feliz simplemente siendo, cuando uno está feliz consigo mismo ya se puede dar por bien servido porque ello genera que todas las puertas se abran. Total a esta altura del partido ella es feliz y eso incluye a todas las puertas y ventanas por las que la vida le haga pasar. Probè del mejor amor, el del amante que busca sin preguntas y quiere sin respuestas, que florece en una sonrisa y muere como todo, en una cama.

     -Hacerte el amor, debe ser total magia y como tal, debe ser capaz de llevarte al mundo de las hadas, los duendes, las luces, los vientos y la mar. Quizá se dé, quizá nos demos-. 
     -¿Siempre sientes magia cuando haces el amor?-. Preguntó.
    -Procuro ese camino. Debe existir el beso mágico, magia en la caricia de recorrer un cuerpo con dedos y tacto-. (...) Respondí con serenidad.
     -Entonces nos hacemos el amor desde que te digo "hola", hasta cuando me dices "hasta pronto"-. Concluyó inmediatamente.

Y me quedé mirándola en silencio mientras su silueta se alejaba, me quedé mirándola como quien admira una obra de arte intentando objetar lo relativo que puede llegar a ser el arte, como quien mira un poco más allá, como quien sueña con lo que jamás va a suceder, como quien aprende que amar no es poseer.

Me gusta el sonido de la madera al arder y por eso estuve en la mesita del rincón al lado de la chimenea. Organicé mis notas, tomé el cuaderno, puse el lapicero en el bolsillo de mi camisa blanca y pedí la cuenta, apagué mi Marlboro, terminé el Jack Daniels, desperté del sueño y salí a caminar la realidad. Porque yo estaba un tanto triste y ella, ella estaba estupenda.





Sexvolución




9 de diciembre de 2015

¿Amor Libre?



La libertad es la más pura condición del ser humano y no porque se nazca unido a ese primer amor que se llama madre uno pierde ese gen de la libertad, la libertad es el único valor con el que nacemos y es de él que se desprenden los demás y nos permiten el divino derecho de elegir, a elegir. No porque te hayas destetado de tu madre y hoy vivas tu vida dejaras de amarla. La naturaleza es sabia.

Por qué resultará tan complejo para el cerebro humano simplemente vivir y dejar vivir y aceptar que la pertenencia no existe, el concepto de pertenencia viene siendo uno de los grandes paradigmas de la humanidad. Porqué es tan jodido simplemente estar para los demás y que los demás estén para uno cuando sea necesario y no cuando se nos imponga, por qué hemos de sentirnos utilizados con la más hermosa prueba de amor que existe: Un "te necesito", sincero, franco y estar para esa persona aún cuando mañana ya no nos vuelva a necesitar.

No somos cosas como para que nos tomen únicamente cuando seamos útiles para alguien más, pero entonces se supone que yo debo andar en la mano con las llaves del carro, cuando lo que quiero es caminar?, debería estar con un libro cuando lo que quiero es hablar?, debería está con un balón de fútbol cuando no sé si vaya a jugar fútbol?.

Esa es la gran paradoja, hasta donde debo ser amigo de esas personas y amarlas porque vienen a mí cuando realmente lo quieren, no somos objetos pero creo que las personas deberían acercarse entre sí cuando realmente lo necesitan y no por preceptos, moda o aburrimiento. Dónde está esa delgada línea que divide al amor interesado del amor desinteresado, es decir, ¿será que todo amor tiene un interés?. ¿Será que siempre estamos al lado de alguien por un interés particular?, ¿no será posible estar al lado del prójimo por un simple y sincero porquesí?. Entonces el punto no es la razón del porqué se está, se trata de vivir una eterna cercanía, una cercanía intensa, se trata de compartir lo uno con lo del otro, sin pretensiones, sin asideros, sin necesidad de pensarlo, sólo estando juntos sin hacer nada, sólo cosas tontas, cosas difíciles. Sólo el buen día que logremos comprender eso, seremos libres de verdad y entonces existirán los amigos, esos de verdad, sólo ese día comenzaremos a tener relaciones eternas.

Aún no es claro, hasta dónde debo olvidarme de la mujer como mi prójimo y evitar el obsesionarme con ella, para empezar por preocuparme más por mí mismo; es decir, no me importa lo que ella tenga, quiera o haga, espere o piense, sino más bien lo que yo pueda hacer al respecto, debo centrarme en ello para poder amarla más sin perderme en el absurdo intento por tener la relación perfecta, ¿pero hasta qué punto debo intentar crear a la mujer antes de tratar de descubrirla?, ¿hasta que punto debo tratar de ser libre sin restricciones, limitaciones o códigos?, haré lo que tenga oportunidad de hacer en cuanto a mi relación y no lo que esté obligado a hacer en torno a ella.

Creo que el matrimonio puede llegar a ser una sentencia de muerte para el alma y si se anda olvidando las raíces de uno mismo se convierte en la cumbre de la estupidez, pero eso no quiere decir que vivir sin el matrimonio resulte más real o más sencillo, habrá pues que evitar ser los mejores amigos y los peores amantes por sobre todas las cosas.

No sé exactamente qué razones me impulsan a ello, pero mi forma de enfocar el problema de vivir se basa en definir mi propia realidad tal y como yo la veo, sin soportar presiones de ningún otro ser humano que intenten obligarme a cumplir cualquier patrón de conducta. Existo aquí y ahora, procurando siempre estar lo más cerca de esa energía que parece llenar toda mi vida en sus momentos más pacíficos y honestos. Jamás tendré una idea clara de cómo acabará siendo mi existencia.

En ocasiones somos como simples animales, somos felices cuando se nos satisfacen las necesidades y vivimos así, creyendo que estamos vivos y lo más sorprendente es que si, porque simple y llanamente la naturaleza es sabia, tonto de aquel que intente ir en contra de esa simple y única ley universal.





Sexvolución

15 de octubre de 2015

ES OBVIO: NO ES EL AMOR, SOY YO.


Igual que al resto del mundo, me educaron para que creyera en el mito de que primero se toman decisiones conscientes y racionales y luego se ponen en práctica. Pero eso no es del todo cierto, las decisiones surgen de un vasto complejo de motivaciones, condicionamientos e influencias que van desde el trauma prenatal hasta la posición de las estrellas. El curso de nuestras acciones queda pues, fijado con una total independencia de esa cosa risible que llamamos "voluntad", y todas nuestras realizaciones no son más que excusas que nos damos para estar un poco más a gusto con lo que, de todas formas, no tenemos más remedio que acabar haciendo. Una vez comprendido eso dejé de esforzarme por entender por qué hago lo que hago.

Confieso que soy un tipo irascible e impulsivo, a veces adolescente, a veces maduro, soy celoso, machista y controlador, sexualmente hablando doy más que nalgadas, soy dominante y no tengo la más remota idea de como hacer el amor, confieso que me he vuelto frío y calculador. He sido capaz de levantarme de una mesa y dejarla ahí a su suerte cuando sentí que estaba abusando de mí con la cuenta, he sido capaz de ser el tipo más aburridor con tal de sólo terminar una mala cita, de alguna manera le he permitido a mi sádica manera sexual de ver a la mujer disculparme por mis miedos, he sido capaz de convertirme en precoz con tal de terminar una mala follada, he sido capaz de cosas demasiado perversas con tal de ratificar los cachos que suponía tener. Mi cerebro está programado para evitar. Pero no puede evitar, no he sido capaz de evitar el llorar.


He comenzado a creer que el mundo confabula para que me quede bien quietito y solo en un rincón, que de alguna manera me gratifica, justifica y ratifica mis soledades y me dice a puntapiés que algo adentro mío no debe volver a vivir esa horrible sensación de frustración, esa impotencia al pretender controlarlo todo y no dejar nada para el resto. Es obvio, no es el amor, soy yo; soy el tipo complejo y lleno de desastres crónicos que no está diseñado para esa tarea del amor de pareja, por que básicamente tenemos incompatibilidad de caracteres. Debo aceptar que el amor me derrotó porque mi torpe manera de vivirlo es más bien en independencia y libertad, incomprensible por antonomasia; porque para mí el amor es insensato y amo sin pensar y el mundo que me rodea prefiere la sensatez antes de amar, ese mundo quiere pensar para amar.


No sé, supongo que debe haber cierta coherencia en cada situación de la vida entre lo que siente el corazón, dicta el cerebro y sale por la boca o lo que hacemos al respecto. Muchas veces no la tengo, he de aceptar que en la gran mayoría de ocasiones alguno de esos tres anula al otro y le pone mordaza y lo mata pero no definitivamente, sólo por un ratito, por el rato en el que se siente amenazado y entonces luego vuelve, llora un poco y toma de nuevo su lugar confiando en que la próxima vez no sea él quien llore y ya no amordace al otro.

Un buen día me dije a mí mismo: "Mímismo, tengo que aprehender y comprender que está ahí conmigo y agradecer por su presencia a cada ser humano en forma de mujer que tiene el coraje de acercarse a mí, que cada cual es tan importante como esa bocanada de aire de cuando sales a la superficie luego de estar bajo el agua, como el volver a abrir los ojos luego de dormir, como recibir esa bendición por estar de nuevo vivo. No debo dejar de ver a la mujer como ese bello ser humano que hay detrás, de esa manera habría menos sexo tirado por ahí en las esquinas pidiendo limosna".

Y es que antes de morir quiero enamorarme y volver a enloquecer por alguien, quiero comprender la realidad tal y como es y no como algún jodido patrón de conducta me la imponga, quiero aceptar que las cosas pasan porque sí y ya, y dejar de una vez por todas la puta gana de querer entenderlo todo, dar sin esperar lo que a mí se me dé la reverenda gana que pase, porque lo que suceda ya es de por sí una conjunción divina. La manera más inteligente de sobrevivir una relación consiste en utilizarla para el fin que le es propio y no para el que uno le haya designado, tendré que recordar que existo únicamente porque mis relaciones con los demás seres humanos, lugares y acontecimientos así me lo recuerdan y me posicionan en este universo, una vez entendido esto empezaré a agradecerle a la vida por cada una de mis experiencias vividas y mis encuentros con el resto del mundo, independientemente de lo que pueda sacar de ellas.


Los triángulos equiláteros poseen una característica interesante, y es el número tres. Sus tres puntas jamás dejan coja una mesa, sus lados son idénticos entre sí y sus vértices son perfectamente iguales, es la figura más congruente que conozco y en resumidas cuentas representan para mí el equilibrio perfecto, algo así como una proporción divina, en mi diccionario personal a eso le llamo felicidad, le llamo plenitud. Tengo un tatuaje, son dos simples y sencillos triángulos equiláteros entrelazados. Tengo trabajo por hacer para ser feliz antes que muera. 

Una vez comprendido esto dejaré de esforzarme por entender por qué hago lo que hago, para empezar a comprender para qué hago lo que hago.




Tengo miedo, es la verdad; 
pavor a que nadie me extrañe si muero, 
pero peor aún 
a que nadie me extrañe mientras vivo.





Sexvolución

4 de septiembre de 2015

Estado de Pertenencia

MICROCUENTO



Un buen día notó que su cielo, ese pedazo de cielo que todos solemos tener en sueños y en realidades, no le satisfacía del todo y entonces acostado en la espesa hierba pensó que tocándolo, lavándolo y cruzándolo cambiaría para él, entonces hizo con gran esfuerzo una escalera, la más alta que pudo construirse y llegó hasta él, su cielo, su parcela de cielo, de nube, de sol, de luna y de espacio.

Y sin ningún método en mente quiso intentar tocarlo, estiró su larga escalera y con ayuda de sus delirios lo rozó, pero supo cómo era al tacto y pensó que le faltaban las blancas nubes de algodón.

Intentó con esponja en mano lavarlo y pudo hacerlo y luego le echó baldados de mar y lo colgó al sol para que se secase, pero notó que faltaba el pájaro que vuela y canta. 

No consiguió un puente para llegar a la otra orilla, pero se dio maña y a fuerza de memoria y pronóstico comprobó que no era tan difícil ver del otro lado, pero le faltaba el crepúsculo.

Agotado, bajó de su larga escalera y se acomodó de nuevo en la espesa hierba a descansar y meditar y se dijo:  -Este cielo no es mío, aunque sea impetuoso y desgarrado-.

Luego lentamente se puso de pie y meditando, caminó y anduvo por largo rato, luego levantó la vista y vio un cielo sin dueño y sin pretextos, sin asideros y libre, entonces lo tomó y no deseó ni lavar, ni tocar, ni cruzar y encontró el pájaro, la nube y el crepúsculo.

Ese buen día llegó al cielo que le pertenecía.




Sexvolución 



22 de agosto de 2015

JAM ROLY-POLY DE MERMELADA DE ARÁNDANO.


Él comenzó algo tarde sus conquistas pre adolescentes, en aquel entonces el patio trasero de la antigua casa de sus padres en el concurrido barrio de Hampstead en Londres era un extenso lote baldío en el que salía a jugar con sus hermanos Jack y Elliot y su perro, un Braco Alemán de Pelo Corto color chocolate que tenían hace siete años; a medida que se iba poblando ese nuevo sector del barrio llegaban los vecinos y las hijas de los vecinos, ahí Arthur conoció a su primer amor. Una dulce niña de cabello de oro y hoyuelos en las mejillas y el resto no le importaba, era linda para su corta edad, Arthur pasaba la avenida y llegaba al almacén de Mr. Stendson en donde conseguía unas hojas en blanco con tiernos monachitos de corazones y líneas para escribir y era todo lo que un alma a los catorce años podía necesitar para hacerle entender a la dulce vecina de cabellos dorados que le gustaba, alguna inspirada e inocente declaración de su mano surgía en aquellas líneas, y escribió:


"ERES LA NIÑA DE ORO EN LOS CABELLOS Y AZUL EN LOS OJOS. 
Y YO, SOLO SOY EL NIÑO DE ENFRENTE, EL DE VESTIDO BLANCO"

Luego de soñar todas las respuestas posibles durante la noche, al día siguiente con sudor en las manos y el corazón a millón, Arthur entregaba el papelito como esperando algo, una simple sonrisa, él inocentemente no quería nada más. Así pasaba el tiempo y se juraba inmenso porque era ya capaz de hacer cartitas y ponerlas en las manos de su amada. A veces la veía por la ventana, en ocasiones se decían "Hola", de cuando en vez se encontraban en la esquina. Ya se estaban.

Arthur jugaba Four Coins en la acera frente a su casa con su amigo Daniel y su hermano Jack, es un juego que consiste en lanzar cuatro monedas dentro de un circulo a cierta distancia y quien saque del circulo la mayor cantidad es el ganador. Desde la esquina llegó Emily.


- Hola! -. Saludó con alegría una tierna vocecita.
- Hola! -. Respondieron al unisono los muchachos, Arthur le dirigió una sonrisa rápida y nerviosa ... su cabello de oro y esa sonrisa mágica hicieron que el pulso de Arthur perdiera todas sus monedas. Estaba enamorado. Qué bello resulta estar así enamorado de otro ser humano sin siquiera haberlo tocado, no existe mejor elixir de sensaciones para una vida.

Mrs. Clayton, la Madre de Arthur, era una mujer de ojos tan dulces como su amor por la repostería, ella permanecía en casa al cuidado del hogar; esa tarde cocinaba una deliciosa receta de una tarta llamada Jam Roly-Poly de Mermelada de Arándano. En cuanto salió del horno y mientras reposaba la mezcla, fue a la ventana de la cocina que da hacia la acera, sacó su cabeza gritando de manera juguetona:


- Solicito paladares!! ... Quien quiere tarta!
- Ya vamos!, respondieron los chicos desde la calle. Arthur, el perdedor y Emily entraron primero mientras los otros dos niños permanecían retando sus ultimas monedas.
- Mamá ella es Emily, la hija de los Betcher.
- Hola Emily, dijo Mrs. Clayton, eres una damita muy bella!
- Gracias, respondió ella con rojo en las mejillas mirando a Arthur con nervios.
Se sentaron en un pequeño comedor de cuatro puestos justo atrás de la cocina, frente a una deliciosa rebanada de Jam Roly-Poly de arándanos bañado con custard y acompañado con un vaso de leche.
- Sigan muchachos-. Dijo amablemente la orgullosa cocinera, con una complaciente sonrisa en los labios. Probaron la exquisita nueva receta.
-Absolutamente deliciosa!-, dijeron casi en coro. La madre de Arthur se retiró, dejándolos solos.

Hablaban acerca de la Escuela y jugueteaban inocentemente sentados al lado del otro, él sentía un extraño cosquilleo por todo su cuerpo de catorce años, sus manos sudaban. Ella, con doce años no era ajena a las extrañas señales que también recibía de su pueril cuerpo, temblaba. Jugueteando se dio lo que pareció un primer beso, y sólo porque Arthur quiso saber cómo se le veía a ella el color a arándano del Jam Roly-Poly en la lengua, él fue más allá y quiso saborear tocando torpemente con su lengua azucarada la lengua con labios y arándanos de Emily.


Dos años atrás Mr. Clayton director de Clayton & Associates defendía el caso de un probable asesino y debía viajar a la Ciudad de Harlow, a unas veinte millas de Londres, viaje al cual su hijo Arthur acompañó ya que se trataba de una diligencia importante pero sencilla para el Abogado Clayton. El padre de Arthur siempre ha considerado ser amigo y confidente y durante ese viaje llegaron a entablar una conversación acerca del mundo y las mujeres, en ese entonces el mundo era un tanto cerrado, pero él con sus 43 años era muy estricto, pero joven y abierto. Conversación que cerró diciéndole:

- Hijo mío, debes estar a la altura de la mujer que ames así la subas a un altar, conquístala todos los días, una mujer necesita un par de cosas del hombre: Protección y Respeto, de ahí se desprenden el resto de los sentimientos. Este mundo solo es una preparación para el que viene, lo único que podemos pedir es dejarlo habiendo amado y siendo amados. Con el paso del tiempo cuando seas mayor lo entenderás, ojalá nunca lo olvides y algún buen día lo apliques.

- No lo olvidaré jamás!- Respondió Arthur. 


Arthur miró sus labios, los de ella, ya sin tarta. Ella le siguió la mirada, la de él, ya con calma y se acercaron nariz con nariz y ansiedad con temor y sus labios sabor a amor se tocaron. Se mezcló el cosquilleo y el temblor y se hizo el primer beso. Duró lo que dura un instante, de esos instantes eternos, de esos eternos amores, porque un primer beso con tarta y leche, no se olvida jamás. Se quedaron mirando como sorprendidos por el acto y suspiraron como suspira cualquier amante satisfecho sin importar su edad, y sintieron que se reescribieron con ese beso, en ese beso sin mayor pretensión, beso con la gana, beso por todo menos por simplemente besar.

Arthur nunca olvidó la conversación de su Padre y siguiendo sus consejos le pidió a Emily que fuera su novia. Bastó una sonrisa con hoyuelitos en las mejillas para que la oyera decir: SI.





Sexvolución


15 de agosto de 2015

CONFESIÓN DE FRENTE


"El universo está hecho de historias, no de átomos"
Muriel Rukeyser



Catorce mil millones de células cerebrales recorren a setecientos veinticuatro kilómetros por hora mis hemisferios y en ocasiones puede resultar una carrera maratónica organizarlas y disciplinarlas, y cuando se cree uno mismo la idea de que se logró hacerlo, se está realmente tan cansado por el esfuerzo que la tarea emprendida no queda más que reducida a la nada. 

Y no he perdido la cuenta e igual tampoco viene al caso, pero las neuronas de mi vida saben exactamente cuántas mujeres han pasado por ella; muchas han sido calor en todos los infiernos y otras sólo un simple infierno, pero todas sin excepción han puesto a las neuronas a pensar, en términos clínicos las han excitado. Si las neuronas lo quisieran y por mera estadística anodina, podrían organizarlas por nombre y apellido, por sagaces hembras y por féminas calculadoras, por olor y por tacto, por color y sabor, por seso y por sexo, y como las nombre hoy en día no las hace ni mejores ni peores porque no existe ni lo bueno ni lo malo, tan solo existen las diferencias y cada una ha sido diferente y por eso merecen que las recuerde día a día, y no por hacerlo se le está siendo infiel a esa buena mujer de hoy en día, ni a la realidad, ni a la vida misma, porque con ellas me reescribí, con ellas se han nutrido mis sentidos para ser el hombre que soy. No conozco excitación más intensa que esa que genera una mujer en la neurona de un hombre. 

En mi micromundo cada mujer es importante, extraordinaria e irreemplazable y por esas cualidades las llamo únicas, esas mujeres son mucho más de lo que me dijeron que eran y por humildes las recuerdo, es un trato justo porque me dieron mucho cuando de seguro yo entregué poco y al contrario también, es que de eso se trata la vida, de negocios y de canjes afectivos que están implícitos en cada relación. Y así es el negocio, de cuando en vez te golpean y si deseas sentirte más seguro en el mundo deberías emplearte detrás de un escritorio o estar solo, aunque así también te puedes golpear en el dedo pequeñito del pie e igual duele y no vas a tener quien te consuele, pero si lo que deseas es paz mental deberías, no sé, hacer obras de caridad tal vez, pero jamás busques a una mujer.

Voy a hacer una confesión de frente: Resulta que en ocasiones, esa musa viene siendo todas esas mujeres, las del calor en todos los infiernos, las del simple infierno, las de la excitación, las que sólo me gustaban, las que quise, las que casi odié, las que amo con pasión y esas otras que casi son indiferencia. Muchas veces no se trata de una mujer en específico, se trata de esa mujer que he construido en mi imaginación con retazos de recuerdos, en ocasiones tal vez se trate de esa mujer que no existe.

Quien realmente me conoce, no se atrevería a cometer el error de siquiera insinuar que colecciono mujeres como un montón de anónimos en un costal y no se atrevería a juzgar que cuando lo quieren mis neuronas meten la mano y revuelcan dentro del costal para encontrar algo sin nombre, acéfalo e intrascendente, porque se estaría ofendiendo a si misma porque entonces ella sería en unos años parte de ese montón de vulgares cosas, le diría que no he tenido la primera relación con una cosa, que me apasiona relacionarme con seres humanos de carne y hueso, con nombre y apellido y que han sido mujeres tan importantes como ella y que cada cual en su espacio, momento y lugar lo fueron y por eso las recuerdo aún hoy. El mundo es una telaraña de encuentros y desencuentros, son las historias que nos contamos, que hicimos, que recreamos.

Y lamento que deba ser así, pero la mujer que comparta con mis neuronas debe ser tan madura como para comprender que de alguna forma ella está besando el beso que me dieron ayer y de alguna manera está hablando con ese hombre al que armaron las mujeres de ayer y está follándose al cuerpo que le enseñaron a amar ayer, creo que así es y cada mujer que ha estado en mi vida, lo ha estado porque mis experiencias con esas otras viejas mujeres me hacen la revelación divina de que la nueva mujer de hoy es -por lo menos- una buena mujer. Uno vive de sus historias, porque las historias son aprendizaje y si tú no aprehendiste nada de ellas estás perdido y bajo la cama es donde debes vivir el resto de tus días. Quizá sea por agüero, pero de una mujer me debe apasionar su magia y su misterio, lo culta y lo atrevida, esa gracia particularmente femenina y lo fuerte que la adversidad la haga ser, que se proyecte y que vuele, que se muestre tan enigmática que yo muera por comprenderla, que esté llena de esa aventura que llamo sensualidad, simplemente que sea toda esa amalgama que produce amor eterno. Esta es mi declaración de amor para todas y cada una, porque hoy soy gracias a ellas un poco de todo lo anterior y un hombre completo en toda la extensión de mí palabra.

Los seres humanos se arman de una manera intrínseca e inherente con todas las historias que vivieron ayer y terminan sin darse cuenta reconociéndose en los demás y así convierten su pasado en presente y eso no es más que aquello que llaman experiencia. Si alguna vez una mujer preguntara quien es mi musa y yo le respondiera que todas y cada una de esas mujeres y ella pensara mi respuesta como una reverenda estupidez, le diría que aunque no esté presente ya en su vida yo me siento muy honrado al saber que soy parte de esos buenos hombres que la hicieron la mujer que es hoy.






Aún no estoy seguro si alguna ha llegado a ser 
el amor de mi vida,
pero de algo estoy seguro y es que todas han sido 
la mujer de mi vida.



Sexvolución