25 de junio de 2015

AMALGAMA




Sonrisa hermosa, y me refiero a esa que se irradia desde adentro y que se descubre con las horas, guarnecida por dientes de marfil y lengua elocuente y locuaz, capaz de gemir y reír, sonrisa que oculto por momentos con mi beso y lubrico de sueños con mi saliva, es mía toda su boca, conmovida, suntuosa, es para mí, me hizo suyo. Gracias.

Ojos con mirada inquietante, intensa, inocente, con pupila capaz de hablar y hacerte hablar pestañas como alférez que defienden la intención y mojan la lágrima, ojos y cejas que son paisaje para mí y me hacen ser visión para ellos, míos con la letra que leyeron y quizá por la imagen mía que llevan hacia adentro. Me dominan.

Oídos como antenas receptoras dirigidas hacía mi voz, hacia el susurro, oreja de lóbulo redondo suave y provocador, capaz de escuchar mi palpitar y sentir la humedad de mi lengua, son mi apoyo para llegar y entrar, los hice míos con palabra y verso. Son equilibrio.

Fosa de nariz elocuente y silente, conductora de tanto olor y bálsamo hacia ella y dentro de ella, canal por el cual le fluye ese humor corporal de hombre y avisa nuestra excitación. Agradezco su colaboración.

Es amalgama de caderas que abastecen y apoyan su centro, con piel y hueso, caderas que procuro hasta el cansancio, caderas que hacen casa para mi cuerpo, con cementerio para cuando sienta morirme en esa piel. Me conmovió.

Pequeños senos cerrados, pero no para mí y rodeados por su abrazo si no quieren ser descubiertos, adaptados por algún extraño albur de la naturaleza para mi mano y mi boca, coronados por rozados pezones eréctiles que culminan y se elevan de la horizontalidad de su cuerpo, pezones que nunca dejé de besar, me llevaron hacia ella y no me dejan desprenderme.

Delicioso sexo en mayúscula, custodiado y dominado por dos blancas torres bien esculpidas en forma de piernas en cuyo centro se abrió para mí el montículo del elixir y la cima de la pasión, calvo esclavo sin cadenas, mío por minutos y horas, olorosamente delicado, humectado por el deseo mismo de la unión, hinchado y henchido por la conjunción que nos regaló la boca con lengua, el tacto con mano, el olor con ardor, por él y en él mil veces me he quemado y ahora enloquecí.

Manos que hablan, seso que piensa, paso que camina; todo dentro de un diáfano compacto y hermoso paquetito que llamo cuerpo. Quisiera volver a tenerlo en mí, aunque acá está porque todavía lo siento, lo huelo y lo trato de ver en el recuerdo.






SEIS SENTIDOS

1 comentario:

  1. No soy una mujer muy liberada ni mucho menos, pero tampoco una mojigata y cuando las cosas son, deben ser.

    !!!ENVIDIO A ESA MUJER QUE LE INSPIRO TANTA BELLEZA!!!!

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