"El universo está hecho de historias, no de átomos"
Muriel Rukeyser
Catorce mil
millones de células cerebrales recorren a setecientos veinticuatro kilómetros
por hora mis hemisferios y en ocasiones puede resultar una carrera maratónica
organizarlas y disciplinarlas, y cuando se cree uno mismo la idea de que se
logró hacerlo, se está realmente tan cansado por el esfuerzo que la tarea
emprendida no queda más que reducida a la nada.
Y no he perdido la cuenta e igual tampoco viene al caso, pero las neuronas de mi vida saben exactamente cuántas mujeres han pasado por ella; muchas han sido calor en todos los infiernos y otras sólo un simple infierno, pero todas sin excepción han puesto a las neuronas a pensar, en términos clínicos las han excitado. Si las neuronas lo quisieran y por mera estadística anodina, podrían organizarlas por nombre y apellido, por sagaces hembras y por féminas calculadoras, por olor y por tacto, por color y sabor, por seso y por sexo, y como las nombre hoy en día no las hace ni mejores ni peores porque no existe ni lo bueno ni lo malo, tan solo existen las diferencias y cada una ha sido diferente y por eso merecen que las recuerde día a día, y no por hacerlo se le está siendo infiel a esa buena mujer de hoy en día, ni a la realidad, ni a la vida misma, porque con ellas me reescribí, con ellas se han nutrido mis sentidos para ser el hombre que soy. No conozco excitación más intensa que esa que genera una mujer en la neurona de un hombre.
Y no he perdido la cuenta e igual tampoco viene al caso, pero las neuronas de mi vida saben exactamente cuántas mujeres han pasado por ella; muchas han sido calor en todos los infiernos y otras sólo un simple infierno, pero todas sin excepción han puesto a las neuronas a pensar, en términos clínicos las han excitado. Si las neuronas lo quisieran y por mera estadística anodina, podrían organizarlas por nombre y apellido, por sagaces hembras y por féminas calculadoras, por olor y por tacto, por color y sabor, por seso y por sexo, y como las nombre hoy en día no las hace ni mejores ni peores porque no existe ni lo bueno ni lo malo, tan solo existen las diferencias y cada una ha sido diferente y por eso merecen que las recuerde día a día, y no por hacerlo se le está siendo infiel a esa buena mujer de hoy en día, ni a la realidad, ni a la vida misma, porque con ellas me reescribí, con ellas se han nutrido mis sentidos para ser el hombre que soy. No conozco excitación más intensa que esa que genera una mujer en la neurona de un hombre.
En mi micromundo
cada mujer es importante, extraordinaria e irreemplazable y por esas
cualidades las llamo únicas, esas mujeres son mucho más de lo que me
dijeron que eran y por humildes las recuerdo, es un trato justo porque
me dieron mucho cuando de seguro yo entregué poco y al contrario también, es que de eso se trata la vida, de negocios y de canjes afectivos que están
implícitos en cada relación. Y así es el negocio, de cuando en vez te
golpean y si deseas sentirte más seguro en el mundo deberías emplearte detrás de un escritorio o estar solo, aunque así también
te puedes golpear en el dedo pequeñito del pie e igual duele y no vas a tener quien
te consuele, pero si lo que deseas es paz mental deberías, no sé, hacer obras de caridad
tal vez, pero jamás busques a una mujer.
Voy a hacer una confesión de frente: Resulta que en ocasiones, esa musa viene siendo todas esas mujeres, las del calor en todos
los infiernos, las del simple infierno, las de la excitación, las que sólo me
gustaban, las que quise, las que casi odié, las que amo con pasión y esas otras que
casi son indiferencia. Muchas veces no se trata de una mujer en específico, se
trata de esa mujer que he construido en mi imaginación con retazos de recuerdos, en ocasiones tal vez se trate de esa mujer que no existe.
Quien realmente me conoce, no se atrevería a cometer el error de siquiera insinuar que colecciono mujeres como un montón de anónimos en un costal y no se atrevería a juzgar que cuando lo quieren mis neuronas meten la mano y revuelcan dentro del costal para
encontrar algo sin nombre, acéfalo e intrascendente, porque se estaría ofendiendo a si misma porque entonces ella sería en unos años parte de ese montón de vulgares
cosas, le diría que no he tenido la primera relación con una cosa, que me apasiona relacionarme con seres humanos de carne y hueso, con nombre y apellido y
que han sido mujeres tan importantes como ella y que cada cual en su espacio,
momento y lugar lo fueron y por eso las recuerdo aún hoy. El mundo es una
telaraña de encuentros y desencuentros, son las historias que nos contamos, que
hicimos, que recreamos.
Y lamento que deba ser así, pero la mujer que comparta con mis neuronas debe ser tan madura como para
comprender que de alguna forma ella está besando el beso que me dieron ayer y de alguna manera está hablando con ese hombre al que armaron las mujeres de ayer y está follándose
al cuerpo que le enseñaron a amar ayer, creo que así es y cada mujer que
ha estado en mi vida, lo ha estado porque mis experiencias con esas otras viejas
mujeres me hacen la revelación divina de que la nueva mujer de hoy es -por lo menos- una
buena mujer. Uno vive de sus historias, porque las historias son aprendizaje y
si tú no aprehendiste nada de ellas estás perdido y bajo la cama
es donde debes vivir el resto de tus días. Quizá sea por
agüero, pero de una mujer me debe apasionar su magia y su misterio, lo culta y
lo atrevida, esa gracia particularmente femenina y lo fuerte que la adversidad
la haga ser, que se proyecte y que vuele, que se muestre tan enigmática que yo
muera por comprenderla, que esté llena de esa aventura que llamo sensualidad,
simplemente que sea toda esa amalgama que produce amor eterno. Esta es mi declaración de amor para todas y cada una, porque hoy soy gracias a
ellas un poco de todo lo anterior y un hombre completo en toda la extensión
de mí palabra.
Los seres humanos se arman de una manera intrínseca
e inherente con todas las historias que vivieron ayer y terminan sin darse
cuenta reconociéndose en los demás y así convierten su pasado en presente y eso
no es más que aquello que llaman experiencia. Si alguna vez una mujer preguntara quien
es mi musa y yo le respondiera que todas y cada una de esas mujeres y ella
pensara mi respuesta como una reverenda estupidez, le
diría que aunque no esté presente ya en su vida yo me siento muy honrado al saber que soy parte de esos buenos
hombres que la hicieron la mujer que es hoy.
Aún no estoy seguro si alguna ha llegado a ser
el amor de mi vida,
pero de algo estoy seguro y es que todas han sido
la mujer de mi vida.
Sexvolución
Social/sexual...ambos son interesantes. Y lo digo con toda honestidad y se lo explico para que no haya ningún malentendido. Si de alguna manera, así como lo describe en su artículo, las mujeres que han pasado por su vida han contribuido a formar al hombre que Ud. es hoy, incluyendo esos besos y esos cuerpos que ha tenido la dicha de amar y/o satisfacer...no me queda más que felicitarlo.
ResponderBorrarComo mujer aprecio mucho a aquel hombre que sabe desenvolverse con inteligencia por las vida y hago hincapié en la inteligencia emocional (más que la inteligencia intelectual...aunque si se complementan mucho mejor, pero ya estaríamos hablando de un hombre casi perfecto, cosa que es casi imposible).
Aunque el desafío al intelecto siempre es interesante.